domingo, 20 de mayo de 2012
Antonio Machado. Temas (II). El amor
En el tema del amor puede hablarse de una evolución, de un cambio de perspectiva que se acompasa con la peripecia vital del autor y que deriva de ella. Con ser un tema clave en Machado no aparece de modo evidente en sus primeros versos. Puede decirse que al principio se insinua más bien un vago deseo de amar, como expresión de la necesidad de amar, pero tendiendo hacia un amor más o menos inalcanzable. No se refiere a una mujer concreta y lo que predomina en ellos, hablamos naturalmente de Soledades... es el sentimiento de desengaño o el olvido. Luego con la llegada de Leonor aparece la pasión amorosa, tan rápidamente desaparecida y posteriormente el amor tardío de Guiomar. Todo esto como referencias de su vida personal pero el concepto del amor en Machado tiene más amplios horizonte que el suyo personal.
No hay en su obra cantos al amor presente y concreto sino que va por derroteros del ideal amoroso. se trata de amores remotos, amores perdidos, imposibles de alcanzar.
En cuanto al amor referido a Leonor en Campos de Castilla se halla siempre unido al tema de la muerte, del sueño y del recuerdo. Así las modulaciones que encontramos en Campos de Castilla vas desde el dolor por el amor perdido hasta la posibilidad de verse redimido, salvado, resucitado por el amor. Pero casi todo se trasciende desde el recuerdo. Se trata en verdad de un amor elegíaco, es decir, solamente surge en ausencia de la amada ya muerta.
¿No ves, Leonor, los álamos del río
con lo ramajes yertos?
Mira el Moncayo azul y blanco; dame
tu mano y paseemos. ("Allá en las tierras altas")
Podría decirse que el amor vivido del poeta termina en la tragedia, en contradicción. "Poned atención: / un corazón solitario / no es un corazón" (Nuevas canciones). ¿No será el amor una creación de nuestra imaginación, de nuestra fantasía? Sólo el amante es capaz de crear a su propia amada. Estamos ya en la época de Guiomar en otro concepto amoroso de Machado.
Todo amor es fantasía;
él inventa el año, el día,
la hora y su mediodía;
inventa el amante y, más,
la amada. No prueba nada,
contra el amor, que la amada
no haya existido jamás. (De un cancionero apócrifo)
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